Ya comenté hace tiempo, que una de las cosas que más me gusta de viajar en tren es poder tener ese tiempo para reflexionar, también para observar, para inventarme o imaginarme historias y, sí, también para descubrir a muchas personas maravillosas que, de otra manera, jamás hubiera conocido, aunque, posiblemente, nunca más las vuelva a ver. Eso no quita el que me quede con todos esos aprendizajes, esos sí, para siempre y para seguir llenando mi mochila de nuevas experiencias enriquecedoras.
Hoy, ya de vacaciones, recuerdo una de esas últimas "anécdotas" que, hoy en día, no sé si me pasan por casualidad o si es que yo misma las provoco. El caso es que ocurren y me encantan y me aportan y me llenan de vida.
Fue en uno de los últimos viajes, allá por junio, que iba yo en el tren de vuelta a casa. Llevaba un rato observándola, concentrada, absorta en lo suyo, a pesar del ruido del tren y de todos los que íbamos dentro. Me atrevo a preguntarle qué es lo que está estudiando con tanta pasión. Me dice, casi que lo tenía yo claro, que está estudiando Medicina. Pero también me dice que ella, incluso en ese estudio concentrado que tenía, se había fijado en que yo, dos asientos más atrás, estaba enfrascada en mi Manual de Psicología del Lenguaje, una de las asignaturas a las que me presentare en septiembre, dentro del grado de Psicología de la UNED que estoy cursando.
No he visto nunca a nadie, o quizá sí, pero hoy me centro en ella, tan increíblemente apasionada, a pesar de que ya está en 4º de Medicina, sea que no es tan joven, aunque parece una niña y ella misma lo sabe, me dice. Parece una niña mucho más pequeña, así es que aún me sorprende más su pasión.
No hace falta que os comente que concluyo que triunfará porque tiene muy claro lo que quiere ser, pero también todo el esfuerzo que tiene y que está dispuesta a realizar. Y, de todo esto, lo más importante y lo que más me ha maravillado: durante todo el rato, mi sensación es de que ella estaba disfrutando de los suyo, pero, en ningún momento, cuando alguien necesitaba ayuda en el tren, ha dejado de atenderles y de ayudarles... Detalle importante: llevar adelante lo suyo, sí, pero, no necesariamente, descuidando a las demás personas.
NUEVO APRENDIZAJE DE MI NUEVA HISTORIA EN EL TREN: la pasión requiere disfrute, pero también esfuerzo y, en ningún caso, egoísmo.
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