LA BRECHA DE GÉNERO nos muestra las desigualdades entre mujeres y hombres en varios aspectos que podemos agrupar en tres grandes bloques:
1. Diferencia salarial: diferencias de ganancias brutas entre hombres y mujeres. Algunas medidas para corregirlas:
- Flexibilidad de horarios, para facilitar que mujeres y hombres asuman el rol de cuidadores.
- Igualar los permisos de paternidad y maternidad, para equilibrar el cuidado de los hijos e hijas (en España se ha ampliado a ocho semanas el permiso de paternidad).
- Adecuar los horarios escolares al mercado laboral.
- Valorar los cuidados en el currículum.
2.- Discriminación sexual: como cobrar menos por ser mujer, realizando el mismo trabajo que un hombre, o tener menos posibilidades de ser citadas a una entrevista laboral. Algunas medidas para corregirlas:
- Audiciones ciegas o currículums anónimos.
- Publicar las tablas salariales, desagregadas por sexo (en España es obligatorio para las empresas de más de cincuenta personas empleadas)
- Incentivos fiscales por contratar a mujeres con hijos o hijas, si bien esto es un estímulo a corto plazo.
3. “Techo de cristal”: limitación del ascenso laboral de las mujeres dentro de las organizaciones. En España, solo tres de cada diez empresas españolas tienen a una mujer como directiva. En los consejos de administración de las empresas del Ibex 35 hay 457 consejeros; solo 107 son mujeres. Algunas medidas para corregirlas:
- Cuotas, si bien algunas personas no están de acuerdo porque entienden que esto es “forzar la igualdad”.
- “Inclusion riders”, término acuñado en el mundo del cine que consiste en una cláusula que los actores y actrices pueden incluir en sus contratos para asegurar la igualdad de género y racial en las películas, que ahora se está extendiendo al mundo empresarial para que las mujeres con cargos de responsabilidad puedan exigir medidas paritarias en sus empresas.
- Referentes, como medida a medio plazo para que las mujeres de generaciones venideras se animen a asumir cargos de responsabilidad.
CLAUDIA GOLDIN, profesora e investigadora de Harvard, lleva treinta años estudiando las causas de la BRECHA SALARIAL entre mujeres y hombres y buscando respuestas. Ya en 1990 escribió el libro “Understanding the gender gap” y desde entonces ha trabajado en numerosas investigaciones sobre género, desigualdad y educación.
Claudia fue la primera mujer en conseguir un puesto fijo en su departamento de economía. Es directora del programa de “Desarrollo económico” de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas. Ahora acaba de ser premiada por la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, en la categoría de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas, por su análisis de la brecha de género: https://www.premiosfronterasdelconocimiento.es/noticias/la-fundacion-bbva-premia-claudia-goldin-la-pionera-analisis-economico-las-causas-la-brecha-genero/
Pero, ¿cómo se mide la brecha salarial? La brecha salarial contabiliza los ingresos de todas las mujeres que han trabajado durante más de un año a jornada completa (más de 35 horas semanales) en un país y los ingresos totales de los hombres en la misma situación. Y establece una media para cada uno. La comparación entre ambos es la ratio.
En España, la ratio varía entre uno y dos puntos en función de cómo se midan los ingresos (algunos estudios miden, por ejemplo el salario bruto por hora en lugar de anualmente, lo que hace que esa ratio sea menor), pero la media nos dice que las mujeres ganan en torno a un 22% menos.
Según los datos de esta investigadora, mujeres y hombres con estudios universitarios empiezan ganando lo mismo cuando se incorporan al mercado laboral, pero quince años después ellas ganan el 64% de lo que ganan ellos. Y señala que esta etapa coincide con la llegada de los hijos, lo cual, puntualiza, puede explicarlo, lo que no implica que esté bien. Tampoco dice que tenga la solución, sino que cree que hemos estado mirando hacia el lugar equivocado, negando hechos que existen. “La única forma de acabar con la brecha es cambiar roles y que los hombres se involucren más en la crianza de los hijos”, afirma, aunque después de eso “tenemos que cambiar lo que ocurre en el mercado laboral”.
Cuando se le pregunta sobre si la flexibilidad de horarios ayudaría a reducir la desigualdad, no duda en su respuesta: “podría ser, pero lo que de verdad obligaría a las empresas a funcionar de otra manera es que los hombres se plantasen y dijeran que quieren pasar más tiempo con sus hijos. Si los hombres demandan eso, las cosas cambiarán. Si solo lo hacen las mujeres, las cosas no cambiarán”.
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