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Foto del escritorLucía Quiroga

No es un libro más en mi memoria

Hace ya casi un año, el mismo día en el que mi padre decidió partir para siempre. Y no es casualidad, creo yo, porque su pasión por las letras, por el conocimiento encerrado en los libros que él me enseñó a descubrir, es el tesoro que mejor guardo y utilizo cada día, así es que, decía, no es casualidad que la dedicatoria de este regalo de mi hijo tenga esa fecha.

“El infinito en un junco”, de Irene Vallejo, es el libro de los libros, las aventuras y desventuras de estos increíbles guerreros que nunca acabaron, ni acabarán de desaparecer del todo, de miles y miles de letras saltando de una frontera a otra, de mujeres y hombres agazapados, a veces, para poder deleitarse con el saber que encerraban, primero tablillas, después papiros, pergaminos, papel y hoy, sí, las pantallas de cualquiera de nuestros dispositivos.

Sé que he tardado casi un año en terminar de leerlo, pero, además de que suelo compaginar la lectura de varios libros y demás contenidos “informativos”, además de eso, sé que es un libro que nunca dejaré de leer, que se quedará conmigo para siempre, en mi memoria, y cerca, muy cerquita para que cuando algún recuerdo de sus maravillosas páginas me asalte pueda volver a recogerlo sin dificultad alguna. Porque, ya lo dice Irene en su libro… El libro es una extensión de la memoria y de la imaginación” y “Todas las personas lectoras llevamos dentro íntimas bibliotecas clandestinas de palabras que nos han dejado huella”.

Hace ya casi un año y se me dibuja una sonrisa en la cara imaginando cuánto te ha gustado que leyera este libro…

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