Extraídas (y ampliadas) del documento-resumen de medidas para la vuelta a la normalidad (https://www.luciaquirogarey.com/post/transición-y-vuelta-a-la-normalidad-en-la-junta-de-andalucía-teletrabajaremos-de-verdad)
Vamos avanzando, muy poco a poco, pero por lo menos, no vamos dando pasos hacia atrás.
Desde que empezamos a pasar a nuevas fases, camino de la llamada “nueva normalidad”, en el ámbito de nuestra administración pública, la Junta de Andalucía, se han ido aprobando, a través de diferentes instrumentos jurídicos, medidas para volver al trabajo de manera presencial, que no a trabajar. Quiero insistir en esto porque la mayoría de las personas empleadas públicas de la Junta de Andalucía no han dejado de trabajar desde sus casas y, por tanto, las medidas van encaminadas a “regular” las modalidades de trabajo presencial y no presencial, no “la vuelta a trabajar” como si hubiéramos estado 6 meses de vacaciones en nuestras casas.
Quiero destacar que en la parte descriptiva del Pacto, se especifica que “la Junta de Andalucía debe potenciar el teletrabajo con el objetivo de mejorar el funcionamiento de la Administración, sin menoscabo de la función que pueda desempeñar como instrumento de conciliación de la actividad profesional con la vida personal y familiar”.
Esto es un gran paso porque hasta ahora, casi siempre que se hablaba de teletrabajo, se hablaba única y exclusivamente, como una medida de conciliación familiar y, además, en este sentido, con el peligro de ahondar más en las desigualdades entre mujeres y hombres. Ya sabemos que, normalmente, las medidas de conciliación familiar recaen sobre las mujeres. Además, se incluye la “vida personal”, reconociendo que, no solo hay que conciliar con la vida de las personas con las que vivimos, sino, y primeramente, con nuestra propia vida personal.
Por otra parte y, a pesar de que el término “teletrabajo” aparece en la parte descriptiva, en el contenido del Pacto la primera vez que se plasma este término, en lugar de “modalidad no presencial” (que es la que más se utiliza a lo largo del documento) es en el apartado tercero, punto tres. Sigue dando la sensación de que no tenemos claros los conceptos, o quizá nos dé miedo decidirnos por uno solo y darle definitivamente un contenido claro, específico y con las características propias de lo que realmente es el teletrabajo...
En el Apartado Segundo, punto dos, se especifican las “Funciones que pueden desarrollarse mediante trabajo no presencial”.
En mi opinión, hay alguna de estas funciones que no detallan a qué se refieren exactamente. Nuevamente, seguimos hablando de “funciones”, sin detenernos a analizar en detalle, los procesos necesarios para cumplir esas funciones. Por ejemplo, ¿qué significa en este Pacto “compilación de información?. ¿Son las personas que realizan tareas de documentación? ¿Son periodistas, secretarias…?
Es un primer paso, sí, el reflejar por escrito las funciones susceptibles de realizarse de manera no presencial. El siguiente paso deberá ser, necesariamente, analizar y detallar los procesos, los procedimientos y los indicadores que midan los resultados. Eso, además de demostrar la idoneidad o no de poder realizar nuestras tareas en la modalidad no presencial, nos obligará a revisar cómo, cuándo y con cuántas personas prestamos los servicios públicos. Quizá de estas revisiones salgan muchas propuestas de mejora que simplifiquen y racionalicen, tanto los procesos y procedimientos administrativos, como la adecuada utilización de nuestro más preciado recurso: las personas.
El apartado Tercero, punto cinco dice “Es reversible en cualquier momento a petición de las personas teletrabajadoras o cuando la Administración lo determine por razones de carácter organizativo o de necesidades del servicio. La notificación se hará a la persona con 48 horas de antelación a su incorporación presencial”
Este es uno de los puntos que considero más delicado porque, si bien no tenemos detalladas las funciones, ¿qué decir de lo que se entiende por “necesidades de carácter organizativo o necesidades del servicio si, habitualmente, no trabajamos desde la planificación? Y, por otra parte, ¿dejamos estas decisiones en manos de las personas titulares de los servicios, en personas directivas de más alto nivel? ¿No será un riesgo, una vez más, depender del estilo de dirección que tenga la persona que dirija cada equipo?
Cuando se habla de la “planificación del trabajo que deberá realizar la persona que vaya a teletrabajar”, junto con su jefe o jefa (Apartado Tercero, punto 6), soló puedo decir que ¡Ojalá se llegue a este grado de planificación! Siempre nos quejamos de trabajar sin tiempo, desorganizadamente, con interrupciones. ¿Conseguirá el teletrabajo ayudarnos a una gestión más eficaz y eficiente? Yo no lo dudo, pero sí sé que será difícil conseguir planificar para teletrabajar si no tenemos o teníamos esa cultura trabajando presencialmente.
Pero, aunque no sea fácil, si, de verdad, esto nos obliga a plantearnos nuestros trabajos en términos de objetivos, a revisar el volumen del mismo (por aquello de que quizá, haya un mal reparto de trabajo/tareas entre las personas de nuestro equipo), la calidad…, y encima, tenemos que definir indicadores que midan resultados para después evaluar y avanzar hacia la excelencia…, habremos dado pasos de gigante. No obstante, hay que desarrollar y concretar mucho más todos estos aspectos. Escribirlos es fácil; desarrollarlos es algo más complicado; ponerlos en marcha, muy difícil. Pero, ¡empecemos!
En general, como he dicho antes, escribir “intenciones” es, muchas veces, lo que hacemos continuamente, pero desarrollar el cómo vamos a llevarlas a la acción es lo que provoca que siempre estemos haciendo nuevos documentos que van detallando los anteriores y así “ad infinitum”, creando un corpus documental difícil de digerir que, a su vez, vuelve a necesitar de resúmenes, guías rápidas… ¿por qué no hacerlo bien, claro y sencillo desde el principio? Sirva de ejemplo cuando en el Pacto de habla de las “garantías a las personas teletrabajadoras” (Apartado Tercero, punto 9): se enuncian garantías y/u obligaciones que se deben cumplir, pero de manera general. Se enuncian, pero no se dice cuál será el procedimiento para cumplir con ellas.
Para terminar, se prevé la creación de una “Comisión Técnica de Seguimiento”, ya prevista en el Acuerdo firmado el pasado 8 de mayo. Según la información que he encontrado, a fecha de hoy, 16 de septiembre, solo hay constancia de que la Comisión se haya reunido dos veces y sin muchos avances y ninguna información sobre los mismos.
Dada la importancia y la novedad de la puesta en marcha de estas medidas relacionadas con el teletrabajo, que tanto cuesta implantar en nuestra administración pública de la Junta de Andalucía, es imprescindible hacer público el resultado de las reuniones de esta Comisión Técnica. No solo ayudaría a ir comprobando la marcha de las medidas desarrolladas para, en caso de no estar funcionando, poder corregirlas, sino y, sobre todo, contribuiría a que podamos compartir información entre todas las unidades y centros de la Junta de Andalucía. Quizá si compartimos información lleguemos a una buena gestión del conocimiento, no caigamos en duplicidades, trabajemos colaborativamente… En fin , trabajemos de verdad en esas cosas tan fáciles de decir y tan difíciles de llevar a la acción. Y, por supuesto, ni siquiera menciono la transparencia porque la llevo en el adn y no puedo entender que se incumpla una y otra vez por parte de nuestras instituciones públicas.
Nada de rendirse. Esto no ha hecho más que empezar. El porcentaje del 20% (un día a la semana) para poder teletrabajar, cumpliendo los requisitos contenidos en el Pacto, es muy poco. Pero, comprobado, desde hace tiempo, el miedo y la resistencia a implantar ordenadamente el teletrabajo en la Junta de Andalucía, ese porcentaje podría haber sido del 0%.
No me conformo, pero hay una pequeña rendija que nos permite seguir insistiendo para avanzar hacia una cultura en la que la confianza en las personas trabajadoras públicas sea una realidad y en la que el trabajo por objetivos no solo permita que los servicios públicos ganen en eficiencia y en eficacia, sino que demuestre que las personas de la Junta de Andalucía tienen un alto grado de responsabilidad, profesionalidad, talento y vocación por lo que hacen: servir a la ciudadanía.
Eso, sí, necesitamos que las personas que están en las más altas esferas de estas decisiones nos dejen demostrarles que se puede, que se debe y que solo es cuestión de dedicarle el tiempo y el esfuerzo que se merece esa transformación cultural que se nos está pidiendo a gritos.
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